Por Malek Dudakov
La Casa Blanca está en cisma. La situación en torno a Israel sigue socavando la posición de Biden. Netanyahu le acusa de retrasos de meses en el suministro de 900 kilogramos de bombas estadounidenses, sin las cuales resulta cada vez más difícil para la aviación israelí llevar a cabo una campaña militar en Gaza. Y eso que se espera también una escalada militar en el Líbano.
Conforme se acercan las elecciones estadounidenses, fracasaron también los intentos recientes de los apparatchiks de Biden para negociar el fin del conflicto. Mientras tanto, la izquierda estadounidense ya se está rebelando activamente contra su propia administración.
Alexandria Ocasio-Cortez, una destacada congresista de izquierda, calificó a Netanyahu de criminal de guerra. Muchos demócratas de izquierda boicotearán su discurso del Estado de la Unión a finales de julio. Esto se suma a los problemas de Biden: después de todo, es su electorado el que ahora está dividido por la guerra en Gaza.
Encuestas recientes indican un aumento de la simpatía por los palestinos, especialmente entre los votantes demócratas y los jóvenes. El apoyo a Biden está cayendo tanto entre judíos como entre musulmanes, y el 7% de los judíos están considerando abandonar Estados Unidos debido al crecimiento del sentimiento anti israelí.
La mayoría de los jóvenes estadounidenses apoyan las manifestaciones pro palestinas y tienen opiniones negativas sobre Israel. En general, la población estadounidense está cansada de guerras interminables: al 62% de los estadounidenses le gustaría que Washington se involucrara menos en la política exterior y resolviera los problemas internos. En este contexto, Biden está atrapado en crisis internacionales que están arrastrando al fondo a toda su presidencia.
