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Charles Kushner, donante de la yeshivá y cabalista indultado por Trump, es confirmado para un puesto diplomático clave

La confirmación de Charles Kushner como embajador de Estados Unidos en Francia y Mónaco no es un simple nombramiento diplomático. Se trata de la entronización política de un personaje profundamente ligado al movimiento cabalista jasídico Jabad-Lubavitch y a la dinastía Trump. Kushner representa la confluencia entre las estructuras verticales y las redes horizontales del mesianismo judío moderno, por lo que su nombramiento confirma la estrategia de realineamiento de facciones dentro del bloque occidental europeo para transmutar y adaptar sus modelos a la realidad multipolar actual.

Por José Luis Preciado

El magnate inmobiliario Charles Kushner, padre de Jared Kushner y suegro de Ivanka Trump, con estrechos vínculos con el movimiento Jabad-Lubavitch —una rama jasídica del judaísmo cabalista ortodoxo—, fue confirmado por el Senado de EE.UU. como embajador en Francia y Mónaco, con una votación de 51 a 45. Kushner, quien fue indultado en 2020 por el entonces presidente Donald Trump por delitos fiscales, manipulación de testigos y contribuciones ilegales a la campaña electoral en 2005, aseguró durante su audiencia de confirmación que sus errores pasados lo han hecho más apto para asumir el cargo diplomático. Fundador de Kushner Companies y conocido filántropo, ha apoyado causas judías e instituciones médicas y educativas como la Universidad Yeshiva y el Hospital St. Barnabas en Nueva Jersey. Antes de 2016, Kushner era donante del Partido Demócrata.

La Universidad Yeshiva es una universidad privada muy vinculada a la educación y la tradición judías, incluidos los estudios talmúdicos. Bajo la teología del Talmud, por ejemplo, los rabinos de la academia Bnei David —una yeshivá de élite financiada por el gobierno israelí, que prepara a los jóvenes israelíes para posiciones de liderazgo en el ejército— glorifican a Hitler y los nazis e instan a la esclavitud de los árabes.

La amistad y cercanía entre los Kushner y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu es tal que, al menos en una ocasión, Jared cedió su cama y durmió en el sótano para que el actual genocida y perpetrador del holocausto palestino pudiera pernoctar en su casa de Livingston, Nueva Jersey durante una visita a los Estados Unidos.

En diciembre, Donald Trump elogió la nominación de Charles Kushner como embajador, describiéndolo como un “gran líder empresarial, filántropo y negociador”, destacando que fortalecerá los lazos con Francia, considerada “nuestro aliado más antiguo y uno de los más grandes”. En esa ocasión, la directora del centro de pensamiento RUSSTRAT, Elena Panina, sugirió que los Rothschild podrían estar alineando a Francia con el entorno de Trump, y explicó que la estrategia de EE.UU. es clara en este sentido y consiste en:

“extraer recursos de Europa, transferir los gastos militares a los países europeos, evitar que adquieran ventaja tecnológica sobre EE.UU., bloquear la influencia económica de China en Europa y obstaculizar el desarrollo de nuevos corredores de transporte en los países del Sudeste Asiático.”

Los vínculos de Macron y Trump con la Familia Rothschild han sido ampliamente documentados por analistas criptopolíticos desde la primera administración Trump (1, 2, 3). Esta sucesión de hechos pone en relieve que la proyección del caos actual como un choque entre mafias cupulares irreconciliables de Occidente es sólo superficial, pues esta dicotomía alimentada estratégicamente es explotada por los clanes de la aristocracia occidental para conducir la dialéctica de cada conflicto enfrentando entre sí a sus intermediarios y a las variaciones de los modelos de gobernanza que les hacen impulsar.

En otro artículo (4) expliqué que la fisura ilusoria entre estos pilares ideológicos antagónicos se trata de una estrategia recurrente que puede identificarse a lo largo de toda la Historia, como observa el historiador Michael Hoffman:

“Muy pocos críticos parecen entender que el judaísmo no es de izquierda ni de derecha; se manifiesta como izquierdista o derechista a voluntad. En un momento es el aliado instrumental del Trono [entiéndase como aristocracia]; en el siguiente, es el poder revolucionario el que lo derroca…. la ilusión de una fisura entre el talmudismo y el cabalismo se sembró deliberadamente, utilizando la figura de Moisés Maimónides para pretender que estos dos ‘pilares’ de apoyo del Tercer Templo son enemigos. Sin embargo, busqué en los textos de Maimónides simpatías cabalistas ocultas, y encontré evidencia clara de la doctrina cabalística…. un organismo que exhibe la capacidad de reinventarse en respuesta a la luz de la exposición como una de sus características más llamativas… Cuando un investigador informado documenta que el judaísmo es ‘A’, entonces se convierte en ‘B’. Cuando ‘B’ es comprendido por el público como una antítesis de la tesis del judaísmo ‘A’, entonces el judaísmo se transforma en la síntesis ‘C’, y así sucesivamente, en una metamorfosis histórica interminable y desconcertante que ha engañado y desgarrado generaciones. Por lo que he tratado de hacer añicos este juego recurrente de sombras.” (5)

El autor Andrey Devyatov conceptualizó la cuestión de la siguiente manera (6). Como apéndice de la Casa de Jacobo, a partir de la dinastía macabea (siglo II a.C.), la civilización bíblica mediterránea se ha dividido en tres facciones conceptuales: los fariseos (hoy representados por los talmudistas de la burguesía angloestadounidense), los esenios (actualmente los cabalistas de B’nai B’rith y Jabad-Lubavitch, también presentes en Londres y Estados Unidos), y los saduceos (hoy clanes sacerdotales-aristocráticos romano-germánicos vinculados a Roma, el Vaticano y otras partes de Europa). El tercer grupo se basa en una jerarquía verticalista, mientras que el grupo cabalista funciona como una red horizontal, y los talmudistas operan de forma “individualista”, siendo el fundamento conceptual del ultraglobalismo moderno de línea dura. Sin embargo, Devyatov advierte también que “la Casa de Jacobo es dos caras de la misma moneda”, lo que explicaría las contradicciones dialécticas, las síntesis y las mutaciones que desconciertan a muchos.

El ideólogo verticalista ruso Alexander Dugin también aludió a la cuestión de una manera contundente:

“Es bastante significativo que en las sociedades globalistas desarrolladas no exista una oposición que realmente desafíe los principios mismos del sistema. Tanto la derecha como la izquierda son meros elementos de un juego deliberado y astuto.” (7)

La bizarra conexión de Vladimir Putin y Donald Trump con la oligarquía jabadista internacional

El filósofo Alain de Benoist ha destacado los estrechos vínculos que Dugin mantiene con representantes de las comunidades judías de Rusia así como su trabajo en la reivindicación de ciertos aspectos de la Cábala temprana (8). Asimismo, la visión del mundo de la Rusia que promueve Dugin está profunda e históricamente vinculada a Roma, como él mismo explicó en una entrevista reciente con ODC TV (9) en la que afirma que las raíces de la tradición estatal rusa son tanto bizantinas como mongolas, y discute conceptos fundamentales subyacentes al «Mundo Ruso», a la geopolítica rusa y la percepción de Moscú como la Tercera Roma, el Katehon, y la sinfonía de potencias:

“Y así realmente el Imperio ruso es el sucesor de dos Tradiciones a la vez: La romana-bizantina y la de Gengis Kan. En esto se basa la cosmovisión euroasiática… [La idea de la Tercera Roma] es absolutamente contemporánea porque está relacionada con la Eternidad…no es sólo una glorificación de Rusia, es también el futuro, pero un futuro muy trágico porque la idea de Moscú Tercera Roma anuncia una colisión con el Anticristo [el orden unipolar de línea dura] y el movimiento hacia el fin del mundo… Con el Imperio el mundo se derrumbará también. Habrá un corto periodo de gobierno del Anticristo —el Dajjal para los musulmanes—, y luego vendrá el fin. Así que para prolongar la existencia del universo es necesario proteger el Imperio. Ese es exactamente el Katehon y ese es el significado de la idea de Moscú como La Tercera Roma.”

En ese mismo artículo señalé que la multidimensionalidad de Trump —su antagonismo con ciertos círculos del talmudismo straussiano, su afinidad con Putin, y sus vínculos con entornos cabalistas y verticalistas vinculados a la antigua aristocracia europea— lo hacen más compatible con la visión duginista del euroasianismo y del regionalismo económico basado en formaciones imperiales y Estados-civilización. Esta orientación contrasta con el modelo de gobernanza mundial unipolar promovido por la línea dura del fariseísmo anglo-estadounidense.

No obstante, estas atribuciones no determinan con certeza el papel que Trump pueda llegar a desempeñar frente a otros actores de las élites asiáticas que también intervienen en el devenir histórico, ni frente a los propios fariseos estadounidenses, con quienes —como advertí en su momento— estaría obligado a negociar una salida si regresaba a la presidencia. A su vez, la agenda de Trump ha confirmado la hipótesis que hemos sostenido en este medio: que Londres y Europa —y no Washington— constituyen el verdadero eje del orden unipolar ultraglobalista. Esto contrasta con lo sostenido por numerosos analistas geopolíticos durante los últimos años, quienes ahora se han visto forzados a rectificar sus interpretaciones o a reducirlas aún más a una percepción dual que sólo contempla un enfrentamiento entre “globalistas” y Trump, como si los primeros fueran un nubarrón amorfo sin identidad ni origen y como si el actual POTUS fuese un caballo de pura sangre.

Lo relevante es que las fracturas y reconfiguraciones internas del bloque occidental no son estáticas, ya que la aristocracia cabalista y saducea juega a múltiples bandas y redirige el curso del conflicto conforme a sus propios intereses, por encima de toda dualidad manufacturada. La única oposición estructural efectiva a ese esquema, al menos por el momento, la representa la China actual, de ahí que todos los bandos manufacturados o influidos por el culmen ocultista de Occidente apunten su síntesis, en mayor o menor medida, contra el Estado-civilización asiático.

Notas a pie de página

1. Estulin: Trump es una creación de los Rothschild y parte de una guerra secreta al interior de la élite global. 5 de abril de 2017.

2. Trump proclama los Altos del Golán para la corporación Genie Energy de los Rothschild. 24 de marzo de 2019.

3. Jorge Guerra: Desmontando el fenómeno Qanon / Donald Trump. 12 de junio de 2020.

4. José Luis Preciado, en Mente Alternativa: Trump rezó en la tumba del cabalista y último rebe de la organización Jabad-Lubavitch. 8 de octubre de 2024.

5. Michael Hoffman, en Hoffman’s Revisionist History: Judaism Discovered, A Study of the Anti-Biblical Religion of Racism, Self-Worship, Superstition and Deceit. 26 de febrero de 2016.

6. Andrey Devyatov: “Anti-Kipling”, Volant Publishing, p. 123, 2014.

7. Alexander Dugin, en Geopolitica.RU: La controversia euroasiática en la oposición [1]. 6 de octubre de 2022.

8. Front Popularie: Alain de Benoist: «L’eurasisme de Douguine est incompatible avec le nationalisme». Entrevista de Maxime Le Nagard. 30 de agosto de 2022. Traducción al español por Juan Gabriel Caro Rivera. Ver también: Alexander Dugin, en Kheper: Exoteric and Esoteric Judaism. Isaac Luria and Sabbatai Zevi in Russian Orthodoxy. 20 de octubre de 1999.

9. ODC TV, Ondes De Chocs: Russian Geopolitics : An eschatological perspective – Aleksandr Dugin. 13 de septiembre de 2024.

 

Trump rezó en la tumba del cabalista y último rebe de la organización Jabad-Lubavitch

 

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