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¿Bombardeará Israel a Irán en plena cumbre del BRICS?

Por Mente Alternativa

En un informe estratégico publicado el 14 de octubre (1), el analista Dennis Small, del centro de pensamiento Executive Intelligence Review, aborda la situación crítica que atraviesa el mundo de cara la elección presidencial de los Estados Unidos en noviembre y ante la posibilidad de que Israel ataque a Irán durante la cumbre del BRICS, del 22 al 24 de octubre. Las tensiones entre ambos países están en su punto más alto, y Estados Unidos ha aprobado el envío del sistema antimisiles THAAD a Israel, junto con casi 100 soldados para operarlo. Este despliegue militar estadounidense en territorio israelí genera preocupación, ya que un contra-ataque iraní podría afectar a tropas estadounidenses, lo que complicaría la situación aún más.

A pesar de las advertencias del presidente Biden a Israel de no atacar las instalaciones nucleares iraníes ni sus campos petroleros, Donald Trump ha envalentonado a Israel a proceder con el ataque, argumentando que es una acción necesaria. Esto podría tener consecuencias graves, según expertos como Scott Ritter, exinspector de la ONU, quien señala que las instalaciones nucleares de Irán están tan protegidas que sería necesario el uso de armas nucleares para destruirlas.

El hecho de que Israel esté considerando el uso de estas armas ha generado alarma. Si ocurre un ataque, es probable que Irán abandone el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y reanude su programa de armas nucleares, que podría estar listo en semanas. Según la CIA, Irán sigue cumpliendo el TNP, pero las presiones internas para abandonar el tratado crecen.

Esta crisis también tiene implicaciones en las elecciones de Estados Unidos, advierte Dennis Small, donde Trump ha endurecido su postura anti-iraní, mientras su equipo de campaña ha solicitado protección adicional tras recibir amenazas que supuestamente provienen de Irán. El equipo de campaña de Trump ha solicitado protección constante con un avión militar sobrevolando, debido a una supuesta amenaza de Irán. Y hace unos días ocurrió un supuesto tercer incidente en un mitin de Trump en Sella, California, protagonizado por un tal Vem Miller, aunque aún se investiga si fue un intento de atentado.

Sumando a la tensa situación estratégica, Israel ha intensificado sus operaciones en Gaza y el sur del Líbano, llevando a cabo una brutal campaña que supera sus acciones previas. Esta ofensiva, que incluye ejecuciones de niños y la destrucción de hospitales, es deliberadamente pública como advertencia a quienes se opongan. A la población del sur de Líbano se le ha amenazado con “el tratamiento Gaza” si no abandona la zona. Se trata de una política de limpieza étnica y expansión territorial de Israel, mientras el mundo parece incapaz de detenerla, con respuestas insuficientes.

Sobre a la naturaleza histórica de este conflicto, Small enfatiza lo siguiente:

“Quiero abordar un tema de debate común que considero muy importante: ¿Está Israel controlando a Washington y a los neoconservadores a través del llamado lobby sionista, o es al revés? Es decir, ¿Israel actúa como un ‘taco de dinamita’ en manos de Washington y Londres, como decía Lyndon LaRouche, siendo utilizado para fines geopolíticos cuando conviene? La evaluación de LaRouche siempre fue que Israel es una herramienta, una ‘bomba molotov’ controlada por los intereses geopolíticos de Londres y Washington, y que el verdadero poder reside en esos centros.

Otra forma de expresarlo es que Israel es la cola del perro, y ese perro bien puede ser Washington, pero el verdadero dueño del perro —y quiero enfatizar este punto clave— está en Londres. Se trata de una antigua estrategia del Buró Árabe del Reino Unido, que ha manipulado la región durante mucho tiempo. Fueron ellos quienes inventaron el sionismo antes de que existiera como tal, incluso los cristianos sionistas precedieron a los judíos sionistas, siglos atrás. Este es el plan de Bernard Lewis, mucho antes de Samuel Huntington, y son los mismos que hoy impulsan la idea de atacar a Irán, cueste lo que cueste.

Como ejemplo de esto, quiero leerles algunas citas de un artículo publicado por Chatham House, uno de los centros de pensamiento más influyentes de la monarquía británica. El artículo, del 7 de octubre, lleva por título: ‘Una paz duradera entre Israel y Palestina no será posible sin una nueva política para neutralizar la amenaza iraní’. El autor no es un desconocido ni un periodista cualquiera, sino Sir John Jenkins, exembajador británico en Siria, Libia y Arabia Saudí, y quien fue el arabista de mayor rango en el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido hasta su jubilación en 2015. Jenkins es uno de los expertos formados en los centros estratégicos del Imperio Británico, de donde también provino Bernard Lewis. Además, Sir John Jenkins es Caballero Comendador de la Orden de San Miguel y San Jorge, Teniente de la Real Orden Victoriana [y hermano servidor de la Orden de San Juan de Jerusalén], lo que lo convierte en una figura clave dentro de la jerarquía de definición de las políticas británicas.

Él dice lo siguiente en su artículo:

‘Algunas personas pueden haber pensado que la guerra de Gaza era todo acerca de Palestina. Los dramáticos acontecimientos de las dos últimas semanas sugieren que en realidad siempre se trató de Irán. La dura verdad es que no se puede llegar a un acuerdo simplemente mediante un alto al fuego o negociaciones con la autoridad Palestina o la Organización para la Liberación de Palestina. Solo podrá alcanzarse una vez que Hamás y en particular Hezbolá dejen de ser amenazas importantes para Israel, e Irán ya no tenga poder para perturbar el surgimiento de un nuevo orden regional’.

Jenkins agrega que ‘es necesario desmantelar la influencia de Irán en Líbano, Siria, Irak, Gaza y Yemen’ y que ‘por encima de todo Estados Unidos y sus socios deben mantenerse cerca de Israel y proporcionar garantías férreas de seguridad a largo plazo para Israel’. Como si esto fuera foco, dice que ‘hay que cerrar mezquitas, centros culturales y falsas organizaciones de Derechos Humanos que Irán ha utilizado para moldear la opinión a su favor en los países occidentales’, es decir, silenciar cualquier oposición a este plan de guerra.”

 

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Así que Londres es el “dueño del perro”, subraya Small, y esto quedó claro en 2011, cuando LaRouche señaló que el asesinato de Gadafi no se trataba sólo de un asunto sobre Libia. Según él, los verdaderos objetivos eran Irak, Siria e Irán, como pasos previos para atacar a Rusia y China. Hoy, eso es exactamente lo que ocurre: el objetivo final es Rusia y China, porque están construyendo una alternativa al sistema financiero global que se desmorona. El conflicto en Medio Oriente y la guerra en Ucrania son herramientas de genocidio, pero el objetivo mayor de Londres y Washington es aniquilar a estos dos poderes, lo que podría desencadenar una guerra nuclear.

Es notable que la crisis en Medio Oriente haya escalado justo cuando la situación en Ucrania se les escapa de las manos. Están perdiendo en el campo de batalla, con rumores de que Rusia tomará más territorio en noviembre o diciembre. Además, el presidente de la Cámara de Representantes, aliado de Trump, ha dicho que ya no habrá más dinero para Ucrania. La situación es tan crítica que la reunión de Ramstein del 12 de octubre, en la que los británicos planeaban convencer a Biden de lanzar misiles desde Ucrania contra Rusia, fue cancelada.

Donald Trump se descontroló en el tema de Ucrania cuando, hace unos meses, declaró estar en contra de la guerra con Rusia y afirmó que podría resolver la situación rápidamente, mencionando el peligro de una guerra nuclear. Figuras como Tulsi Gabbard y Robert Kennedy Jr. lo apoyaron en esto. Sin embargo, cuando alguien se sale del control de los británicos, como es el caso de Trump en Ucrania, ellos activan otra operación. En el caso de Irán, Trump es manipulado, rodeado de personas que lo empujan a proponer un ataque, posiblemente incluso nuclear.

Este panorama estratégico está centrado en un objetivo claro desde la perspectiva de Londres y Wall Street, advierte Dennis Small. El objetivo es frenar a toda costa la alternativa que está surgiendo con los BRICS, la Franja y la Ruta, y el rol clave de Rusia y China en este proceso.

La próxima cumbre del BRICS se celebrará en una semana. Aunque hay desafíos, el potencial es enorme. Si consideramos el BRICS 9 (tras la exclusión de Argentina), su poder físico-económico es notable. Representan el 45% de la población mundial, y muchos países más quieren unirse. En términos de producción, controlan el 47% del trigo, el 32% del petróleo, el 69% del carbón, el 71% del acero, y el 62% de los ferrocarriles electrificados. Estos son sólo parámetros que reflejan su potencial, pero lo verdaderamente crucial es que impulsen la innovación, la tecnología y el avance científico para desarrollar su economía física.

Para que el BRICS y el nuevo sistema económico prosperen, es fundamental aplicar los principios que Lyndon LaRouche aportó a la ciencia de la economía física, afirma Small. No se puede medir el valor de una nueva moneda con una canasta de productos o con el oro, que no juega ningún papel en la economía física, pues el oro solo sirve como referencia cuando las economías físicas avanzan.

La clave está en el enfoque chino, promovido por Xi Jinping, que se centra en la innovación y el avance tecnológico como el elemento constante en una economía en evolución. Lo invariable es el proceso que genera estos avances, como dijo Platón de una manera un tanto diferente.

El tema central aquí es clave, y genera un debate significativo. Por ejemplo, el documento presentado por Rusia como presidente del BRICS para la reunión de ministros de finanzas, aunque es un paso importante para defender a los países, resulta insuficiente como alternativa al sistema del FMI. La propuesta se enfoca en crear un nuevo sistema de pagos que permita el comercio con monedas nacionales mediante moneda digital de bancos centrales, similar al sistema SWIFT. Si bien es útil como medida defensiva, no transforma la arquitectura financiera internacional.

El problema radica en que el documento, elaborado por el Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Rusia, tiene una orientación monetarista. Sugieren reformar el FMI para adaptarlo a las necesidades de los países del Sur, lo que contrasta con otras posturas, como la del economista brasileño Paulo Nogueira Batista Jr., exvicepresidente del Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS, quien plantea un enfoque diferente:

“El actual sistema monetario y financiero internacional controlado por Occidente es en realidad irreformable. Nada sustancial cambiará en un futuro previsible. El FMI no cambiará sustancialmente, el Banco Mundial no cambiará sustancialmente…Así pues, la pregunta para los BRICS ahora realmente es: ¿Qué son capaces de hacer como grupo? Somos capaces como BRICS, o un subconjunto del BRICS, de ofrecer alternativas reales a lo que tenemos ahora: el peligroso y desequilibrado sistema centrado en el dólar…Una nueva moneda de reserva que sería no una moneda parecida al Euro sino una moneda paralela que funcionaría como medio de liquidación entre bancos centrales y como activo de reserva seguro de cara al futuro.”

Dennis Small sugiere que la nueva moneda del BRICS podría funcionar como un “banco hamiltoniano”, emitiendo crédito productivo, alejándose de la especulación y evitando la convertibilidad con el dólar especulativo. La idea sería que esta moneda no reemplazara a las monedas nacionales, sino que sirviera como vehículo de comercio y fuente de capital productivo para financiar grandes proyectos de infraestructura, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta. El Nuevo Banco de Desarrollo podría jugar un papel clave, pero necesitaría aumentar significativamente su capacidad crediticia, mucho más allá de los actuales 50 o 60 mil millones de dólares para proponer una verdadera alternativa al sistema financiero vigente.

Este desafío económico es realmente lo que subyace en las crisis globales, como el conflicto en Oriente Medio y la situación en Ucrania, que amenazan con escalar a una guerra nuclear. Aunque el BRICS se plantea las preguntas correctas, aún no ha alcanzado un consenso sólido, y solo unos pocos han abordado el tema de manera adecuada, como lo hizo Lyndon LaRouche durante décadas.

En cuanto al panorama político de Estados Unidos, concluye Dennis Small, ambos candidatos presidenciales actuales promueven políticas que podrían llevar a una guerra termonuclear. La solución no reside en elegir el “menos peor”, sino en cambiar el enfoque completamente, como lo están haciendo los candidatos larouchistas Diane Sare y José Vega. Estos esfuerzos se verán reflejados en una reunión el 26 de octubre, que incluirá un concierto de música clásica, un elemento cultural de ennoblecimiento del alma humana y en particular de los estadounidenses que tanto lo necesitan que inspire los cambios de paradigma necesarios para resolver la crisis actual.

 

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Notas a pie de página

1. Dennis Small, en EIR: ¿Bombardeará Israel a Irán en plena cumbre del BRICS? 14 de octubre de 2024.

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