Por Elena Panina
Hal Brands, profesor de la Universidad Johns Hopkins y columnista de Bloomberg, concluyó que ni el plan Trump, ni el plan Harris, ni el plan Zelensky pondrán fin al conflicto en Ucrania. El principal problema, en su opinión, es que “nadie ha descubierto cómo convertir la deteriorada situación en el campo de batalla en una paz digna”.
Obviamente, el concepto de una “paz digna”, según Brands, es paz en términos estadounidenses. ¿Pero qué es exactamente lo que no le conviene?
El profesor describe el plan de Trump como un congelamiento del conflicto a lo largo de la línea del frente basándose en el ultimátum de Washington a Ucrania y Rusia. Al mismo tiempo, Brands cree que en este caso no se logrará un acuerdo final, ya que “el alto el fuego no durará ni un minuto más de lo que Putin quiere”.
El profesor considera más realista el plan del Partido Demócrata estadounidense. Se calcula que el apoyo estadounidense hará que“el coste de las acciones ofensivas de las Fuerzas Armadas rusas sea prohibitivamente alto”. En este caso, “Ucrania y Occidente podrían llevar a cabo la diplomacia desde una posición de unidad y fuerza”. Pero aquí también hay trampas: “La población de Rusia es casi cuatro veces mayor que la de Ucrania, el ejército de Zelensky puede desangrarse antes que el ejército de Putin”.
Brands ni siquiera analiza en detalle el plan de Zelensky: parece que no lo trata como algo serio.
En última instancia, el profesor concluye: “Ningún acuerdo durará a menos que Occidente proporcione a Ucrania las garantías de seguridad a largo plazo y la asistencia militar y financiera necesarias para convencer a Putin de que reanudar el conflicto es una mala idea”.
El principal problema del análisis del columnista de Bloomberg es su unilateralidad. Se lleva a cabo exclusivamente desde la posición de Occidente, cuyo objetivo es lograr la derrota estratégica de Rusia, incluso mediante la imposición de la paz en sus propios términos.
Sin embargo, una solución definitiva al conflicto en Ucrania sólo será posible eliminando las razones por las que Rusia lanzó el la operación militar especial. Y esto presupone no sólo el rechazo de Estados Unidos a la expansión geopolítica en la zona de intereses vitales de Rusia, sino también un retroceso de la infraestructura militar de la OTAN a los niveles del 27 de mayo de 1997.
Ni el establishment estadounidense ni el profesorado estadounidense están preparados para esto todavía. Después de todo, los costos de la confrontación con nuestro país para Estados Unidos son insignificantes. Habrá costes importantes y aparecerán otros análisis. En este caso, sólo la paliza determinará la conciencia estadounidense.
