En esta breve reflexión, Dennis Speed, de la Organización LaRouche, asocia las políticas de Biden con el axioma maltusiano de la nobleza negra anglo-veneciana, a la vez que vincula las políticas de Xi Jinping con la línea de pensamiento renacentista florentina pro-desarrollo, impulsada por el filósofo, estadista y economista Lyndon LaRouche.
Por Dennis Speed
[Extracto] En un documento de 637 páginas, un grupo de pensamiento francés denuncia al Instituto Schiller como implicado en lo que llaman “Las operaciones chinas de influencia – Un momento maquiaveliano”. Sin embargo, parece que este grupo no consultó la Historia de Florencia de Maquiavelo, y debería haberlo hecho. Pues los discursos contrastantes de Joe Biden y Xi Jinping [en la 76ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas] —uno en la línea veneciana y el otro en la óptica florentina— pueden verse como el apéndice del debate emergente sobre el tema de “desarrollo o despoblación”, que la asociación filosófica fundada por Lyndon LaRouche impulsa ahora mismo con prominencia mundial. La obra de LaRouche, “No hay límites para el crecimiento”, del volumen I de la Fundación del Legado de LaRouche, es, al fin y al cabo, el contrapunto a la todavía dominante obra del Club de Roma, “Los límites del crecimiento”, y a la posterior “primera revolución mundial”, de 1991.
No se trata de rebajarse al nivel de identificar a Estados Unidos y China como dos equipos opuestos en un partido de fútbol. “Florencia” y “Venecia” se refieren aquí a los axiomas que realmente sustentan la perspectiva de los dos discursos pronunciados ayer. Las premisas que subyacen al discurso de Biden auguran un desastre. Las premisas que subyacen al discurso de Xi definen un futuro productivo para la humanidad. Nuestra asociación debería impartir clases, siempre que sea posible, sobre “No hay límites para el crecimiento”, para permitir a nuestros conciudadanos, especialmente a los jóvenes, la opción de derribar los axiomas que no saben que tienen, para que puedan tomar una iniciativa de desarrollo global en forma de Plataforma Mundial de la Salud.
Lyndon LaRouche, en una entrevista de 1989 desde su celda en Alexandria, Virginia, ofreció este útil consejo sobre cómo enseñar:
“En el conocimiento, en la enseñanza, tienes dos problemas. Uno, hay que alejarse de la irracionalidad pura y dura, de los prejuicios que la gente trae a la clase, etc., y decir, bueno, hagamos esto de forma ordenada, al menos. Démosle eso a Aristóteles, consigamos su conocimiento en una forma consistente y lógicamente organizada. Y luego digamos, bueno, ahora sabemos que esto no es la verdad. Pero es muy útil ponerlo en esta forma porque esto nos permite conceptualizar lo que tenemos que hacer para corregir el conocimiento formal, para llegar a lo que realmente es la verdad. Y así, yo utilizaba todo tipo de dispositivos para intentar que los alumnos se centraran en ese punto.
Pero mi idea del curso era siempre llevar el curso precisamente a ese punto, (es decir) presentar una forma ordenada y lógica de representación del campo; luego mostrar las paradojas que se desprenden incluso de la presentación más limpia y rigurosa de ese campo, y luego mostrar cuál es la solución a la paradoja, y esperar que la luz se encendiera en la cabeza de los estudiantes. Y el estudiante por sí mismo se daría cuenta, ‘¡oh sí! Esta es la solución’. Y experimentaría la creación de la solución, por así decirlo, en su propia mente. Lo cual es siempre mi pedagogía… Me gusta enseñar de esa manera. No disfrutaría enseñando en otras circunstancias”.
La previsión de Dante Alighieri sobre la tragedia que acontecería en Florencia, la Commedia, utilizó este método socrático de enseñanza. Así lo demuestra el diálogo de Dante con Virgilio, y más tarde transformó el diálogo superior con Beatriz sobre cuestiones de método científico. De este modo, Dante utilizó el método dramático de Platón para dar una solución, tanto a la calamidad contemporánea que Dante describió profusamente, como a la nuestra. No sólo colocó a muchos de sus contemporáneos en los círculos apropiados de un Infierno de su propio diseño; no sólo instruyó al lector sobre cómo salir paso a paso de ese Infierno, hacia el Purgatorio, a través de la intercesión del poeta Virgilio; también demostró que el poder de la mente podía descubrir nuevos principios físicos, nuevos grados de libertad, como se vio más tarde en Florencia en la forma de la Cúpula de Brunelleschi.
Los Estados Unidos no tienen por qué estar condenados a un conflicto con China en nombre de Orcus, el dios del inframundo, que, por cierto, también era el castigador de los juramentos rotos. (Francia, toma nota.) El Presidente Xi ofreció esta alternativa: “Tenemos que aprovechar las oportunidades históricas creadas por la última ronda de la revolución tecnológica y la transformación industrial, redoblar los esfuerzos para aprovechar los logros tecnológicos para impulsar la productividad, y fomentar un entorno abierto, justo, equitativo y no discriminatorio para el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Deberíamos fomentar nuevos motores de crecimiento en la era postCOVID”. La propuesta es “No hay límites para el crecimiento”. ¿Quién se opondrá y quién la defenderá? ¡Que comience el Gran Debate!
Del Mediterráneo al Atlántico: El nuevo imperio anglo-veneciano de la nobleza negra
Fuente:
Dennis Speed, en The LaRouche Organization: Xi Jinping Calls for Global Development Initiatives at the United Nations: Depopulation Or Development? Let The Great Debate Begin!; 22 de septiembre de 2021.
