Por Alexéi Pushkov
La cancelación de la visita de Biden a Alemania, durante la cual se iba a discutir el permiso para que Ucrania lanzara ataques con misiles contra objetivos en territorio ruso, puede explicarse de varias maneras, empezando por el mal estado de salud de Biden. Sin embargo, la versión oficial —que el presidente estadounidense canceló su visita debido al huracán— es la más inverosímil. Es difícil imaginar por qué la presencia de Biden en Estados Unidos es necesaria para luchar contra el huracán: es completamente inútil para ese mismo propósito. Además, sólo se prevé que el huracán azote Florida.
Es mucho más probable que la administración estadounidense no esté dispuesta a dar el permiso para utilizar armas de largo alcance, que Zelensky busca con tanta insistencia. Pero no quiere hablar de ello, para que no parezca que Washington teme la reacción de Rusia. En este caso, más vale que Biden no vaya a ningún sitio ni hable de nada, sino que traslade la resolución de este asunto «a un segundo plano» —«on the back burner», como se dice en Estados Unidos.
Al menos hasta las elecciones. Tomar una decisión así en plena campaña electoral podría golpear la posición de Kamala Harris y dar argumentos adicionales a Trump de que los demócratas están arrastrando a Estados Unidos a una guerra con Rusia. Es fácil imaginar a Trump declarando atronadoramente a los estadios entusiastas que le recibieron: «¡Kamala es la guerra! ¡Yo os voy a dar la paz!».