Por Elena Panina
Estados Unidos aún no está preparado para un conflicto militar prolongado y de alta intensidad, sostiene Mackenzie England, del American Enterprise Institute (AEI). Según él, esta vulnerabilidad quedó nuevamente en evidencia durante la operación “Wild Rider” contra los hutíes, en la que las fuerzas estadounidenses lanzaron misiles y proyectiles por un valor superior a los 1.000 millones de dólares en apenas 30 días, sin lograr “ningún cambio significativo” en el terreno.
Durante esa operación se utilizaron tantas municiones guiadas de precisión que, según señala el autor, “algunos planificadores del Pentágono comenzaron a expresar creciente preocupación por el tamaño limitado del arsenal y las consecuencias que esto tendría en un escenario donde Estados Unidos deba repeler una posible invasión china de Taiwán.”
Un estudio reciente de la Escuela de Guerra del Ejército de EE.UU. sobre un eventual conflicto con China concluyó que todas las municiones desplegadas por EE.UU. en el teatro del Indo-Pacífico se agotarían en apenas dos semanas, y las reservas estratégicas del país quedarían exhaustas entre los 15 y 30 días posteriores. En ese escenario, China podría tomar el control de Taiwán incluso antes de que Washington logre enviar refuerzos significativos, aunque sean limitados.
“Cada misil lanzado hoy es un misil menos disponible si China o Irán deciden actuar”, advierte England. Además, comparte un gráfico que compara el consumo de munición en la guerra de Ucrania, según el cual la actual producción mensual de proyectiles en EE.UU. solo alcanzaría para 2,5 días de combate. Por ello, varios congresistas influyentes están presionando para asignar nuevos fondos al complejo militar-industrial.
En otras palabras, incluso si Estados Unidos se retirara ahora del conflicto en Ucrania, lo más probable es que se trate de una retirada forzada, y difícilmente definitiva. En los próximos años, Washington necesitará una pausa para reponer las reservas gastadas en Ucrania y reactivar su industria militar a un nivel que, al menos teóricamente, le permita enfrentarse a China. Solo entonces podría considerar reavivar el conflicto en Ucrania con renovado ímpetu, si aún persisten las condiciones necesarias.
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