Por Malek Dudakov
Los servicios de inteligencia de los países anglosajones (los Cinco Ojos) observan con creciente preocupación la formación del nuevo equipo presidencial en Washington. En especial, el nombramiento de Tulsi Gabbard como directora de la Oficina de Inteligencia Nacional de Estados Unidos genera inquietud debido a su trayectoria como política no alineada con el sistema tradicional.
Gabbard ha sido una crítica feroz de la agenda militarista de las élites de Washington. En 2017, como congresista, visitó Siria y abogó por poner fin a las interminables guerras en Oriente Medio. Ahora, desde su nuevo cargo, se espera que impulse una serie de reformas profundas, incluyendo purgas en los servicios de inteligencia estadounidenses. Estas acciones podrían afectar directamente las históricas conexiones tras bambalinas con Londres.
En el Reino Unido, representantes de la comunidad de inteligencia temen transferir información a Estados Unidos, especialmente en medio de las tensiones entre ambos países por la crisis en Ucrania. Mientras Washington muestra un enfoque más pragmático, Londres continúa defendiendo una postura de línea dura.
La posibilidad de que el equipo de Trump rompa los canales tradicionales de intercambio de información con Londres es real. Washington acusa a los británicos de mantener una estrecha cooperación con China, lo que agrava aún más las diferencias. Además, este podría ser un ajuste de cuentas contra los laboristas británicos, quienes, según Trump, interfirieron descaradamente en las elecciones estadounidenses al apoyar a Kamala Harris.
Aunque no está claro quién dará el primer paso para bloquear el flujo de inteligencia, la “relación especial” entre Estados Unidos y el Reino Unido parece estar en su punto más bajo. Londres ya empieza a culpar a la administración Trump de posibles filtraciones relacionadas con Ucrania, alejándose aún más de la tradicional alianza anglosajona.