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Agencias de inteligencia angloamericanas declaran la guerra cibernética contra los medios independientes

Las agencias de inteligencia estatales de EE. UU. y el Reino Unido están “armando a la verdad” a conveniencia para disipar la reticencia a la vacunación justo cuando las dos naciones se preparan para inoculaciones masivas. La “guerra cibernética”, anunciada recientemente, será comandada por jueces de la verdad impulsados por Inteligencia Artificial, e irá en contra de toda fuente de información que desafíe la narrativa oficial.

 

Por Whitney Webb

Durante la semana recién pasada, los estados nacionales de seguridad de Estados Unidos y el Reino Unido han hecho saber discretamente que las herramientas cibernéticas y tácticas en línea que previamente fueron diseñadas para usarlas en la “Guerra contra el Terrorismo” luego del 9/11 están siendo readaptadas para utilizarlas en contra de las fuentes de información que promuevan la “reticencia a las vacunas” e información relacionada al Covid-19 que vaya en contra de sus relatos de estado.

El lunes pasado, la agencia de inteligencia de señales del Reino Unido, que es el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ, por su sigla en inglés), lanzó una ciber ofensiva que busca detectar sitios web que publiquen contenido que se considere como “propaganda” que levante preocupaciones al respecto del desarrollo apoyado por el estado de vacunas contra el Covid-19 y las empresas farmacéuticas multinacionales involucradas.

Existen esfuerzos similares que están en marcha en Estados Unidos, ya que el ejército de EE.UU. financió una empresa respaldada por la CIA, que está llena de ex oficiales antiterroristas que estuvieron detrás de la ocupación de Iraq y el surgimiento del denominado Estado Islámico, para desarrollar un algoritmo impulsado por IA dirigido específicamente a nuevos sitios web que promuevan desinformación “sospechosa” vinculada a la crisis del Covid-19 y el esfuerzo de vacunación dirigido por el ejército estadounidense conocido como “Operación Warp Speed”.

Ambos países se preparan para silenciar a los periodistas independientes que levanten preocupaciones legítimas sobre la corrupción de las industrias farmacéuticas o la confidencialidad extrema en torno a los esfuerzos de vacunación en contra del Covid- 19 apoyados por el gobierno, ahora que la vacuna candidata de Pfizer está programada para ser aprobada a fin de mes por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) de EE.UU.

El historial de multas de miles de millones de dólares de Pfizer por marketing ilegal y por sobornar a funcionarios de gobierno para que le ayudarán a tapar un ensayo clínico de drogas ilegales que mató a once niños (entre otros crímenes) ya no se ha mencionado por la mayoría de los medios de comunicación, los cuales han celebrado la posible e inminente aprobación a la vacuna contra el Covid-19 de la empresa sin cuestionar su historial de denuncias o que la tecnología ARNm usada en la vacuna aceleró su paso por los protocolos de prueba de seguridad y nunca ha sido aprobada para su uso en humanos. Otra cosa que no se menciona es que la directora del Centro de Investigación y Evaluación de Fármacos de la FDA, Patrizia Cavazzoni es la ex vicepresidenta de seguridad de productos de Pfizer, quien fue la que cubrió el vínculo de uno de sus productos con defectos congénitos.

Básicamente, el poder del estado se ejerce de una manera nunca antes visto para controlar el discurso en línea y desmontar todos los sitios de noticias para proteger los intereses de empresas poderosas como Pfizer y otros gigantes farmacéuticos cargados de escándalos, como también los intereses de los estados de seguridad nacional de EE. UU. y el Reino Unido, que están involucrados íntimamente en las labores de vacunación contra el Covid-19.

 

La nueva guerra cibernética del Reino Unido va dirigida a la “propaganda antivacuna”

El pasado lunes, el periódico The Times del Reino Unido informó que el GCHQ “ha empezado una ciber-operación ofensiva para interrumpir la difusión de propaganda antivacuna hecha por estados hostiles” y “está utilizando un conjunto herramientas desarrollado para combatir la desinformación y el material de reclutamiento vendido por el Estado Islámico” para lograrlo. Además, el gobierno del Reino Unido ha ordenado que la Brigada 77 del ejército británico, especialista en “guerra de la información”, realice una campaña en línea para contrarrestar “información falsa” sobre los candidatos a vacuna contra el Covid-19.

La nueva “guerra cibernética” del GCHQ no solamente derribará la “propaganda antivacuna”, también buscará “alterar las operaciones de los ciberactores responsables de su difusión, lo que incluye la encriptación de su información para que no puedan acceder a ella y también el bloqueo de sus comunicaciones”. Estos esfuerzos implicarán que GCHQ llegue a los demás países de la alianza de los Cinco Ojos (EE. UU, Australia, Nueva Zelanda y Canadá) y alerte a sus agencias colaboradoras en esos países para detectar esos sitios de dicha “propaganda” que se encuentren dentro de sus fronteras.

The Times indicó que “el gobierno estima que derribar la falsa información sobre inoculación es una prioridad creciente a medida que la posibilidad de una vacuna confiable contra el coronavirus se acerca”, lo que indica que los esfuerzos continuarán creciendo mientras que una vacuna candidata esté cerca de ser aprobada.

Pareciera que, desde la perspectiva del estado de seguridad nacional del Reino Unido, todos los que cuestionen la corrupción en la industria farmacéutica y su posible impacto en los principales candidatos a vacuna experimental del Covid-19 (todos los cuales usan tecnologías para vacunas experimentales que nunca han sido aprobadas para ser utilizadas en humanos) deberían ser abordados con herramientas que originalmente fueron diseñadas para combatir la propaganda terrorista.

A pesar de que en The Times se declaró que los esfuerzos se enfocarían en el contenido “originado solo por adversarios del estado” y no en los sitios web de “ciudadanos comunes”, el periódico indica que el gobierno de EE. UU. determinará qué sitio es parte o no de una operación de “desinformación extranjera”.

Esto es muy preocupante, dado que recientemente EE. UU. confiscó los dominios de muchos sitios, incluyendo el de American Held Tribune, el cual se etiquetó erróneamente como “propaganda iraní”, a pesar de que Anthony Hall, su editor en jefe, tiene su sede en Canadá. El gobierno de los EE. UU. hizo esta afirmación sobre American Held Tribuneluego de que la compañía de ciberseguridad FireEye, empresa contratista del gobierno de EE. UU., indicó que existía una “confidencia moderada” de que el sitio fue “fundado en Irán”.

Además, el hecho de que el GCHQ declarara que la mayoría de los sitios a los que planea poner en la mira están “conectados con Moscú” da más motivos de preocupación dado que al gobierno del Reino Unido se le sorprendió financiando a la Iniciativa de Integridad del Institute for Statecraft, la cual etiquetó falsamente a críticos de las acciones y narrativas del gobierno del Reino Unido respecto al conflicto de Siria, al relacionarlos con “campañas de desinformación rusas”

Dado este precedente, es ciertamente plausible que el GCHQ pueda tomar la palabra de un gobierno aliado, un gobierno aliado, un contratista del gobierno o quizás una organización de medios aliada, tal como Bellingcat o el Laboratorio de Investigaciones Forense Digitales (DFRLab, por su sigla en inglés) del Atlantic Council de que un sitio determinado es “propaganda extranjera” para lanzar una ciberofensiva contra él. Tales preocupaciones aumentan cuando uno de las principales fuentes gubernamentales para el artículo de The Times indicó sin rodeos que “le han ordenado al GCHQ eliminar a los antivacunas [sic] que estén en línea y en redes sociales. Existen formas que ellos han usado para monitorear e interrumpir la propaganda terrorista”, lo que sugiere que los objetivos de la nueva guerra cibernética del GCHQ, de hecho, serán determinados por su contenido mismo y no por su presunto origen extranjero. El aspecto “extranjero”, al contrario, parece ser un medio para evadir la prohibición del mandato operacional del GCHQ de dirigirse al discurso o sitios web de ciudadanos comunes.

Este gran giro de tratar a supuestos “anti-vacunas” como una “amenaza para la seguridad nacional” ha sido muy común este año, en parte dirigido por Imran Ahmed, el CEO del Centro para la Lucha Contra el Odio Digital del Reino Unido, que es parte del grupo de trabajo piloto del Comité Directivo para la lucha contra el extremismo del gobierno del mismo país.

Ahmed declaró en julio en el periódico británico The Independent que “iría más allá de llamar a los teóricos de la conspiración antivacuna y diría que son un grupo extremista que representan un riesgo para la seguridad nacional”. Luego indicó que “cuando alguien ha estado expuesto a algún tipo de conspiración, es más fácil llevarlo por un camino donde adopta visiones más radicales del mundo que pueden conducirlo a un extremismo violento”, por ende esto implica que los “anti-vaxxers” pueden llevar a cabo actos de extremismo violento. Entre los sitios citados por la organización de Ahmed como páginas web que promueven ese “extremismo” que representa un “riesgo para la seguridad nacional” están Children’s Health Defense, el Centro Nacional de Información sobre Vacunas, Informed Consent Action Network, Mercola.com, entre otros.

De manera similar, un think tank vinculado a la inteligencia de EE. UU, que es un equivalente al GCHQ, la Agencia de Seguridad Nacional, será parte de de la “guerra cibernética” anunciada recientemente y discutió en un artículo de investigación público sólo meses antes del comienzo de la crisis del Covid-19 que “el movimiento anti-vaxxer de EE. UU. podría representar una amenaza para la seguridad nacional en caso de “una pandemia con un organismo nuevo”.

InfraGard, “una colaboración entre el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y actores del sector privado”, advirtió en un artículo publicado en junio que “el movimiento antivacuna de EE. UU. también estaría vinculado con ‘campañas de desinformación y de propaganda en redes sociales’ dirigidas por el gobierno ruso”, como se cita en The Guardian. En el artículo de Infragard se afirma que los “anti-vaxxers” más prominentes están alineados “con otros movimientos conspirativos, incluida la extrema derecha… además de campañas de desinformación y propaganda en las redes sociales hechas por actores nacionales y extranjeros. Entre estos actores se incluyen a la Agencia de Investigación de Internet, una organización alineada con el gobierno ruso.

En un artículo publicado el mes pasado por el Washington Post se sostiene que “la reticencia por la vacuna se está mezclando con la negación del coronavirus y todo esto se está fusionando con las teorías de conspiración de la extrema derecha estadounidense, incluida Qanon”, que el FBI denominó, el año pasado, como una potencial amenaza terrorista nacional. En el artículo se citó a Peter Hotez, decano de la Facultad Nacional de Medicina Tropical de la Escuela de Medicina de Baylor en Houston, que dijo: “El movimiento antivacunas de Estados Unidos se está globalizando y tomando tendencias más extremistas”.

Vale la pena señalar que muchos de los llamados “anti-vaxxers”, en realidad, critican la industria farmacéutica y no necesariamente se oponen a las vacunas en sí mismas, lo que hace que hace que las etiquetas “anti-vaxxer” y “antivacunas” sean engañosas. Dado que muchos gigantes farmacéuticos involucrados en la fabricación de vacunas contra el Covid-19 realizan grandes donaciones a políticos en ambos países y han estado involucrados en numerosos escándalos de seguridad, utilizar agencias de inteligencia estatales para librar una guerra cibernética contra los sitios que investigan tales temas no solo es preocupante para el futuro del periodismo, sino que también indica que el Reino Unido está avanzando, de forma peligrosa, a convertirse en un país que usa sus poderes estatales para tratar a los enemigos de las corporaciones como enemigos del estado.

 

 

La empresa respaldada por la CIA que está “armando a la verdad” con IA

A principios de octubre, la Fuerza Aérea y el Mando de Operaciones Especiales de los EE. UU. anunciaron que se habían adjudicado un contrato multimillonario a la empresa de “inteligencia artificial” con sede en Estados Unidos llamada Primer. Según el comunicado de prensa, “Primer desarrollará la primera plataforma de aprendizaje automático para identificar y evaluar automáticamente la desinformación sospechosa [énfasis añadido]. Primer también mejorará su plataforma de lenguaje natural para analizar de manera automática los eventos tácticos para proporcionarle a los comandantes un conocimiento sin precedentes a medida que estos eventos se desarrollan casi en tiempo real”.

 

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Según Primer, la empresa “crea máquinas de software que leen y escriben en inglés, ruso y chino para descubrir automáticamente tendencias y patrones en grandes volúmenes de datos”, y su trabajo “respalda la misión de la comunidad de inteligencia y del Departamento de Defensa de EE. UU mediante la automatización de tareas de lectura e investigación para mejorar la velocidad y calidad de la toma de decisiones”. En otras palabras, Primer está desarrollando un algoritmo que permitiría al estado de seguridad nacional delegar muchos puestos de analistas militares y de inteligencia a la IA. De hecho, la empresa lo admite abiertamente, al afirmar que su esfuerzo actual “automatizará el trabajo que normalmente realizan docenas de analistas en un centro de operaciones de seguridad al tomar todos los datos relevantes de un evento a medida que ocurre y canalizarlos hacia una interfaz de usuario unificado”.

El objetivo final de Primer es utilizar su inteligencia artificial para automatizar completamente la configuración de las percepciones públicas y convertirse en un juez de la “verdad”, según la definición del estado. El fundador de Primer, Sean Gourley, quien anteriormente creó programas de IA para los militares con el objetivo de rastrear la “insurgencia”en el periodo posterior a la invasión en Irak, afirmó, en abril, en una publicación del blog de la empresa que “en 2020, la guerra computacional y las campañas de desinformación se convertirán en una amenaza más seria que la guerra física y tendremos que repensar las armas que desplegamos para combatirlas”.

En esa misma publicación, Gourley abogó por la creación de un “Proyecto Manhattan para la verdad” que crearía una base de datos pública al estilo Wikipedia construida a partir de “bases de conocimiento [que] ya existen dentro de las agencias de inteligencia de muchos países con fines de seguridad nacional”. Gourley luego escribió que “este esfuerzo se trataría en última instancia de construir y mejorar nuestra inteligencia colectiva y establecer un punto de referencia para lo que es verdad o no” según lo que establecen las agencias de inteligencia. La publicación concluye con la afirmación de que “en 2020, comenzaremos a convertir la verdad en un arma”.

En particular, el 9 de noviembre, el mismo día en que el GCHQ anunció sus planes de poner en la mira la “propaganda antivacunas”, en el sitio web estadounidense NextGov se informó que el esfuerzo de Primer financiado por el Pentágono había dirigido su atención de forma específica a la “desinformación relacionada con el Covid-19”.

Según el director de ciencia de esta empresa, John Bohannon, “Primer integrará la detección de bots, la detección de texto sintético y las capacidades de análisis de afirmaciones textuales no estructuradas en nuestra plataforma de inteligencia artificial existente que se usa actualmente con el DOD. …Esto creará la primera plataforma unificada lista para la misión de contrarrestar de forma eficaz la desinformación relacionada con el Covid-19 casi en tiempo real”.

Bohannon, quien anteriormente trabajó como periodista convencional integrado con las fuerzas de la OTAN en Afganistán, también le dijo a NextGov que el nuevo esfuerzo de Primer centrado en el Covid-19 “clasifica de forma automática los documentos en 1 de 10 categorías para permitir la detección del impacto del virus” en áreas como “los negocios, la ciencia y tecnología, el empleo, la economía global, y las elecciones”. Se espera que el producto final se entregue al Pentágono en el segundo trimestre del próximo año.

Aunque supuestamente es una empresa privada, Primer está estrechamente vinculada al estado de seguridad nacional que está diseñado para proteger con el hecho de estar “armando a la verdad”. Primer se enorgullece de promover que más del 15 por ciento de su personal proviene de la comunidad de inteligencia o del ejército de los Estados Unidos. El director del Grupo de Seguridad Nacional de la empresa es Brian Raymond, un ex oficial de inteligencia de la CIA quese desempeñó como director para Irak en el Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. después de dejar la agencia.

La empresa también agregó recientemente a varios funcionarios prominentes de seguridad nacional a su directorio, incluidos:

El general Raymonf Thomas (retirado), quien dirigió el mando de todas las Fuerzas de Operaciones Especiales de EE. UU. y la OTAN en Afganistán y es ex comandante tanto del Mando de Operaciones Especiales como del Mando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por su sigla en inglés) de los Estados Unidos.

La teniente general VeraLinn Jamieson (retirada), ex subjefe de personal de la Agencia de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento de la Fuerza Aérea, en donde se encargó de dirigir los cuerpos cibernéticos y de inteligencia. También desarrolló personalmente “asociaciones estratégicas” entre la Fuerza Aérea y Microsoft, Amazon, Google e IBM para “acelerar la transformación digital de esta rama de las Fuerzas Armadas”.

Brett McGurk, uno de los “arquitectos principales” del “estallido” de la guerra de Irak, junto con la famosa familia Kagan, como director para Irak del NSC y luego como asistente especial del presidente y director senior para Irak y Afganistán durante el mandato de Bush. Bajo el mandato de Obama y parte del de Trump, McGurk fue el enviado presidencial especial de la Coalición Global para Derrotar al ISIS en el departamento de Estado, ayudando a manejar la “guerra sucia” librada por Estados Unidos, Reino Unido y otros aliados contra Siria.

Además de las recientes contrataciones del consejo, Primer contrató a Sue Gordon, ex subdirectora principal de Inteligencia Nacional, como asesora estratégica. Anteriormente, Gordon “impulsó asociaciones dentro de la Comunidad de Inteligencia de EE. UU. y brindó asesoramiento al Consejo de Seguridad Nacional en su función de subdirectora de inteligencia nacional”, además cumplió funciones durante 27 años en la CIA. Estos profundos vínculos no son sorprendentes, dado que Primer está respaldado financieramente por la rama de capital de riesgo de la CIA, In-Q-Tel, y la rama de capital de riesgo del multimillonario Mike Bloomberg, Bloomberg Beta.

 

La guerra relámpago de la desinformación de la Operación Warp Speed

El rápido aumento en el interés de los estados de seguridad nacional de EE. UU y Reino Unido por la “desinformación” sobre el Covid-19, particularmente en lo que se refiere a las campañas de vacunación, está estrechamente relacionado con la estrategia de participación de los medios de la Operación Warp Speed del gobierno de los Estados Unidos.

Oficialmente una “asociación público-privada”, la Operación Warp Speed, que tiene como objetivo vacunar a 300 millones de estadounidenses para el próximo enero, está controlada por el ejército de EE. UU. y también involucravarias agencias de inteligencia del mismo país, incluida la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), así como los gigantes tecnológicos vinculados a la inteligencia Google, Oracle y Palantir. En varios informes publicados en The Last American Vagabond por el autor y periodista Derrick Broze se ha revelado la confidencialidad extrema de la operación, sus numerosos conflictos de interés y sus estrechos vínculos con Silicon Valley, además de las iniciativas tecnocráticas orwellianas.

En la guía oficial de Warp Speed se discute en detalle su plan por etapas que tiene como objetivo involucrar al público y abordar los problemas de “reticencia por las vacunas”. Según el documento de Warp Speed titulado “From the Factory to the Frontlines”, “las comunicaciones estratégicas y los mensajes públicos son fundamentales para garantizar la máxima aceptación de las vacunas, lo que requiere una saturación de mensajes en los medios nacionales”. También se establece que “trabajar con socios establecidos, especialmente aquellos que son fuentes confiables para el público meta, es fundamental para promover la comprensión, el acceso y la aceptación del público a posibles vacunas” y que “para lograr una alta cobertura será necesario identificar los mensajes adecuados para promover la confianza en las vacunas, contrarrestar la desinformación y focalizar el alcance a la población vulnerable y en riesgo”.

En el documento también se señala que Warp Speed empleará el marco estratégico triple de los CDC para su esfuerzo comunicativo. El tercer pilar de esta estrategia se titula “Alto a los mitos” y tiene como objetivo principal “establecer asociaciones para contener la propagación de la desinformación” así como “trabajar con socios locales y mensajeros confiables para mejorar la confianza en las vacunas”.

Aunque en ese documento en particular de Warp Speed no se dan muchos detalles, el Manual de estrategias provisionales del programa de vacunación Covid-19 de los CDC contiene información adicional. En este se afirma que la Operación Warp Speed “involucrará y usará un gran número de socios, colaboraciones, y canales de comunicación y de medios informativos para lograr los objetivos de difusión comunicativa, entendiendo que las preferencias de canales y fuentes confiables varían entre la audiencia, y la población crítica, junto con las personas con mayor riesgo de contraer enfermedades graves. Además, los canales también varían en su capacidad para lograr diferentes objetivos de difusión de comunicación”. También se afirma que la operación centrará sus esfuerzos sobre este asunto en “los canales de medios tradicionales” (impresos, radio y televisión) así como en “los medios digitales” (internet, redes sociales y mensajería de texto).

En el documento de los CDC se revela que la campaña de “mensajes públicos” para “promover la aceptación de la vacuna” y abordar “la reticencia en torno a ella” se divide en cuatro fases, además se añade que la estrategia comunicativa de Warp Speed “debe ser oportuna y aplicable para la fase actual del programa de vacunación Covid-19”.

Esas fases son:

  • Antes de que una vacuna esté disponible.
  • La vacuna está disponible en un suministro limitado para cierta parte de la población de prioridad inicial.
  • La vacuna aumenta cada vez más su disponibilidad para otras poblaciones críticas y para el público en general.
  • La vacuna está ampliamente disponible.

Dado que se espera que la vacuna candidata contra el Covid-19 producida por Pfizer se apruebe a fines de noviembre, parece ser que el estado de seguridad nacional de los EE. UU., que está prácticamente ejecutando la Operación Warp Speed con los “mensajeros confiables” en los medios de comunicación, se está preparando para entrar en la segunda fase de sus estrategia comunicativa, una fase en la que las organizaciones de noticias y los periodistas que plantean preocupaciones legítimas sobre Warp Speed serán eliminados de la plataforma para dar paso a la saturación “requerida” de mensajes provacuna en el escenario de los medios de comunicación de los países de habla inglesa.

 

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Fuente:

Whitney Webb / Unlimited Hangout US – UK Intelligence Agencies Declare Cyber War on Independent Media.

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